miércoles, 31 de diciembre de 2014

Recuerdos del 2014 y deseos para el 2015


Aunque los maestros contemos la vida por cursos (gajes del oficio…), el resto del mundo prefiere contar la historia en una unidad de tiempo, el año, que a la (macro)evolución o la geología, y hablando en plata, se la suda.
Se acaba un año y empieza otro. Entramos en un dígito nuevo y deseamos que el que viene sea mejor que el que hemos dejado atrás, una incongruencia humana (esa del control) que va en contra de unos grilletes del tiempo que nos moldean a su antojo, que nos llenan de cicatrices. Nosotros, un experimento al que la naturaleza nos ha concedido el don de la memoria, no estamos capacitados para controlar el tiempo, sino que, a modo de muñecos de cera, nos llenamos de los golpes y magulladuras que trazan las hojas del calendario. El hombre está hecho de recuerdos, está hecho de lágrimas, de hermosas sonrisas, de cuentos a la luz de la lumbre, de caricias, de besos de buenas noches, de caminos perdidos y de otros más visibles, de funerales y bautizos, de plantas que no cesan de crecer, de ratones correteando bajo nuestros pies, de libros preciosos, de las olas del mar, de helados, de palabras…


¡Lo siento! ¡No se pongan nostálgicos¡ ¡No dejen que mis palabras les afecten! Hoy toca vivir el presente, no dejar que el pasado se pose sobre nuestros hombros y buscar nuevos recuerdos que nos alivien el paso del tiempo, algo así como cuando las mejillas buscan entre la fina niebla, la soleada (aunque fría) tarde de invierno.
Quizá sería mejor terminar el año en pleno verano y soñar con los veleros mecidos por el tiempo y el canto de la chicharra, pero los hombres hemos preferido abandonar diciembre entre árboles desnudos y sonidos que hacen eco en callejones oscuros. A pesar de ello, todos tenemos una varita mágica que, alimentada por nuestra imaginación, nos permite traer escenas menos lúgubres, imágenes más luminosas para luchar contra el reloj y dar buena cuenta de que la vida merece la pena pese a todos sus desagravios. Por ello para despedir el año les traigo Había una vez un recuerdo, un hermoso álbum escrito por Nina Laden e ilustrado por Renata Liwska (editorial Corimbo) que nos retrotrae a la dulce infancia y sus encantos.
Recuerden lo alegre del año que dejamos y brinden por los derroteros a los que nos llevará el venidero. ¡Feliz 2015!


3 comentarios:

miriabad dijo...

¡Feliz 2015, Román!

Armando Colina dijo...

desde que te leo me haces sentir niño nuevamente, me gusta como te expresas, muy sincero, saludos.

Román Belmonte dijo...

Espero que aunque pase un año, os sigáis sintiendo niños siempre. ¡Un abrazo a los dos!